jueves, noviembre 17, 2011

Fragmentos... Instantes...


Estoy desesperado. Siento que la vida se me va y no avanzo, siento que envejezco y no tengo pareja definitiva (o temporal siquiera), mi cuerpo me exige descanso, me exige ejercicio, me exige nutrición, mi alma me exige meditación, mi creatividad me exige tiempo. Y lo estoy tirando todo en un pozo que sí me da dinero, pero no me llena ninguna otra necesidad. Necesito dinero para poder dedicar mi tiempo, salud, esperanza y trabajo a lo que realmente quiero. Requiero apoyo económico para ser libre. Hoy soy esclavo, estoy atado de manos. Vivo hipnotizado como reacción de defensa ante lo que no puedo cambiar. Rezo, busco, soy bueno, trato de dejar huella en lo que voy haciendo, pero no es suficiente, no estoy satisfecho, no soy feliz aquí y ahora, quiero salir, quiero llegar a mi meta y plantearme nuevas metas.

Me impongo el plan de que a más tardar en cuestión de meses debo salir de aquí, pero no solo eso, debo dirigirme hacia donde quiero. Voy a enfocar mis energías hacia lo que quiero: Hacer mi maestría, tener pareja, ser reconocido por mi trabajo artístico, Tener tiempo para mí, para cuidar mi cuerpo y mi alma… básicamente esto. Me quedan pocos meses para lograrlo. Sigo orando, rezando y pidiendo ayuda a todos los ángeles y seres de luz para que se me abran las puertas, se me iluminen los caminos, se me desnuble la visión y tenga la energía para andar lo que falte, y porque sea muy pronto. 


Hoy estoy desesperado por la insensatez de la gente, por la limitación evolutiva de los espíritus de quienes me rodean y que me hacen sentir completamente atorado en el lugar equivocado. Ahora levanto muy alto mi mirada y analizo bien mis pasos para moverme a donde quiero realmente llegar. No voy a dejar que nada ni nadie se interponga más en mis metas y sueños. Primero yo y luego yo. El mundo, aunque no gira a mi alrededor debe adaptarse a mí, porque yo lo quiero cambiar, curar, iluminar. Así que ahí voy…



Siento que te tengo y que te vas de mis manos, no te poseo, aunque estás conmigo y me quieres. Tengo miedo de perder tu cariño para siempre, tengo miedo de ser pequeño ante ti o junto a ti, tengo miedo de mi, de no estar a tu altura, porque desde que te conozco eres enorme, tienes un alma que llena, colma y rebasa los espacios, eres muy grande. No sé si te merezco, pero creo que merezco a alguien como tú. Es lo que deseo, es lo que pido. Y tú eres especial, muy especial. Todo mundo lo ve y todo mundo lo sabe. Dios sigue moldeándote día a día y haciéndote más y más grande. Lo cual me espanta, reconozco que me apabulla, tal vez en verdad no soy capaz de lidiar con la grandeza, aunque lo deseo, lo aspiro. Tú estás más allá de mi alcance, aunque estás junto a mí. Aunque hablamos y nos queremos. Nos respetamos, sabemos nuestras limitaciones, nuestras imposibilidades, nuestras historias. Estamos juntos y nos sentimos lejos.

Quisiera cuidarte y mantenerte en una caja de cristal, pero creo que tú quieres volar y sentir, experimentar justo todo lo que se te permita. Mi terror por el sufrimiento, por perder, por ser rechazado me limita y creo que no puedo caminar a tu lado, aunque sé que soy yo quien en realidad te guía, así lo he hecho los últimos años, y sé que tienes más guías, lo cual me fascina porque te hace más hábil, poderoso e importante.

Simplemente me enamora tu belleza, tu honestidad, tu talento, tu bondad, tu locura, tu creatividad, tus limitantes, tu fe y tu confianza. Me deslumbra tu seguridad. Quiero ser como tú. Tú también eres mi guía en ese camino, te lo agradezco y agradezco a Dios que me permite seguirte y te permite estar aquí y ahora. Tal vez un día todo tenga sentido, mientras sueño y agradezco a Dios estemos aquí juntos.

El único límite es el que uno se impone. ¿No hay límites? ¿Vale la pena ponerme límites contigo? ¿Tu familia, tus amigos, tu educación? ¿Mis aspiraciones profesionales? ¿mis sueños? Esos límites son los que tengo que lidiar día a día. Definirlos yo mismo. O retirarlos… yo mismo.

No hay comentarios.: