Comparto aquí mi respuesta, que quiero sumar a la memoria de mis publicaciones:
Hola Salvador. Igual que
Andrés, me encontré con esta entrada buscando a Phillippe en el buscador. Admito
que la vida especial de los "Niños Cantores del Instituto México" en
verdad fue toda una experiencia de vida.
En realidad yo fui uno de
los "veteranos" que mencionas, en este coro. Contribuyo a tu
narración recordando una "gira" que hicimos a Guadalajara, en donde
por una semana fuimos celebridades del showbiz local (con todo y entrevistas de
radio y televisión) para dar un solo concierto en una moderna iglesia junto con
un coro de adultos. Realmente resultó un gran concierto pensándolo en
retrospectiva.
Recuerdo los ensayos en
la madrugada antes de la entrada a clases normales. Todos medio dormidos en las
bancas del auditorio repasando tesitura por tesitura alguna canción, y el
organista en turno haciendo gala de su arte, discutiendo con Philippe detalles
musicales. Confieso que realmente no me pesaba llegar una hora antes de las
clases.
El "fuero" que
mencionas era toda una experiencia. Al respecto, recuerdo un día de clases en
el que llegó al salón la secretaria del director pidiendo salir a los que éramos
parte del coro, en mi salón éramos tres y ninguno sabía qué estaba ocurriendo (tomando
en cuenta que para la educación marista del Instituto México en esa época,
salir del salón durante cualquier clase, incluso para ir al baño, era realmente
difícil, supongo que sigue igual). Nos reunieron en el patio trasero de la escuela. Nos subieron
a uno de los camiones de la escuela y nos llevaron al Conservatorio Nacional de
Música. Hasta ese momento yo ni siquiera sabía qué era eso. Ahí grabamos algunas
canciones con el órgano tubular, para una estación de radio especializada en música
culta que creo que ya no existe. Fue un verdadero regalo para nosotros el
simple hecho de salir de clases.
Tanto estas experiencias
como el aprendizaje musical y artístico que tuvimos nos marcó a muchos. Recuerdo
que varios años después te encontré en un supermercado y me dijiste que creías
que todos los que estuvimos en el coro
nos dedicaríamos a las artes de algún modo. No sé si esto es verdad,
pero el oírte decirlo me impulsó a tratar de mantener las artes siempre
presentes en mi vida. Hoy por hoy sé que la educación artística realmente forja
a gente buena, tal como se retrata en el filme "Les Choristes" y como
lo vivimos nosotros.
Philippe Hernández Tolón nos
platicó una vez sus experiencias como solista de los Niños Cantores de Lübeck (Alemania)
y cómo quería formar experiencias y un reconocimiento parecido con sus coros en
México. Por supuesto, en sus aires de Diva, dicho reto sonaba como algo
inalcanzable. Creo que no supo lo que logró con nosotros, pero bueh, hay que
darle chance…
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