
Estoy madurando, es verdad. No soy el mismo que era hace apenas unos meses, y por supuesto que veo el cambio hoy de lo que ayer mismo era, así de inmediato es mi cambio, aunque tampoco soy el que quería ser en este momento, reconozco que me gusto; o mejor dicho me acepto y me consiento. Y sigo teniendo planes personales, sigo teniendo sueños, las metas que aún no alcanzo siguen marcando el camino. No me doy por vencido, pero aunque ha sido un andar difícil, lleno de raspones, sangre, lágrimas, tensión y todas las enfermedades que con ello vienen, ha sido también reconfortante, ha sido significativo, he logrado afectar más vidas de las esperadas y he sido sorprendido con el alcance de mi influencia en los demás… gratamente sorprendido, estoy trascendiendo. No sé cuanto tiempo seguiré así, no sé hasta qué momento voy a salir de esta rutina que me molesta pero me sostiene vivo.
Deseo una nueva rutina que me inyecte más vida y me dé absoluto placer. Crear, influir, estar cómodo y sano. Eso no debería ser una utopía, porque existiendo todos los elementos en el entorno no hace falta más que hacerlo. Ser feliz… Eso de ser feliz sí es una decisión. A veces se me olvida. Sabía, lo sabía en mi niñez, que en la adultez se me podría olvidar ser feliz, y hoy lo recuerdo. Recuerdo la proyección infantil hacia tiempos futuros inexistentes y recuerdo hoy lo que la sensación de decidir ser feliz sin importar nada más es… Y aún así estoy madurando.
Me doy cuenta de que madurar no me hace mejor que antes, creía que eso esa un resultado, creo que siempre he sido igual de magnífico y sabio, siempre he tenido fortaleza y luz, sin embargo ahora tengo un sustento cultural, un bagaje que apoya y da seguridad a los demás de que yo sea quien digo ser.
Identidad. ¿Madurar es entonces reafirmar quién soy? Encontrarme en un lugar y tiempo y asumirlo cada vez, ¿eso es madurar? Tal vez es solo parte, la experiencia sensorial material que vivimos es para eso, porque reconozco y reitero que no soy distinto de cómo era de niño, sólo estoy mejor adaptado a la realidad física, eso es lo que me hace más maduro. Tengo sueños y sé como sustentarlos y traerlos a este plano cada vez más claramente.
Por esto es que soy más maduro, porque como un fruto, mi pulpa, mi interior, mi alma es ahora más rica y sustanciosa, hay mejor sabor en lo que hago y nutro con mayor conciencia y dedicación a mi entorno. Sé como despegarme del árbol y cómo hacer que el árbol dependa de mí. Por relatarlo en otra metáfora.
Hoy soy uno nuevo, distinto el mismo que era hace unos años, meses, días e incluso horas; y tampoco soy el que quería ser originalmente al llegar a esta época, sin embargo reconozco que me gusto, me acepto y me doy orgullo.
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