jueves, septiembre 17, 2009

33

Acabo de caer en cuenta de que ya son 33 y que sigo sintiéndome al menos de diez menos… Siento que apenas estoy entrando en la adultez, saliendo de una larga adolescencia. No me duele nada, he aprendido mucho más en los últimos tres años que en los anteriores diez, al menos de supervivencia, porque académicamente he estado adormecido. Espero cambiar para nuevo. Renovar mis bríos y salir a flote con un profundo respiro. Encontrarme con el estudio, en este nuevo yo, este nuevo ser que ahora tiene 33, y que como siempre, parece de menos.

La edad de Cristo me acaba de golpear la cabeza en un pensamiento fugaz pero contundente. Las coordenadas del destino no me dirigen a ningún lado aparente, aunque el universo me concede mis deseos, por lo que parece que sí voy hacia donde quiero, a pesar de todo, y de todos. Tal parece que sí, estoy caminando a donde quiero, y que todos los momentos en que me sentí perdido eran sólo parte del proceso. Ahora estoy aquí avanzando hacia donde quiero y con los pelos del toro en la mano, sabiendo quién soy “y lo que Dios espera de mi”… aunque esto último puede ser un sacrificio por la humanidad o simplemente cumplir mis sentencias, hacer lo que me propuse y me obligué al cumplir, lograr lo que quiero, lo que visualicé y que ahora se me ofrece.
La hora ha llegado. Aquí estoy.

El número 33, cabalístico por ser dos veces la triada, multiplicar la triada por once, número mágico por su apariencia reflejante, que muestra la multidimensionalidad. Este es el significado de este número. Es la edad importante porque todo es predestinado, porque se cierran círculos, porque se determinan caminos, se forjan destinos nuevos y se logran cometidos. Todo se alinea. Es el momento. Aquí estoy.

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