lunes, marzo 10, 2014

El mar del corazón roto

Floto en la incertidumbre, en un limbo auto inducido en el que no puedo salir, me intento mover a la superficie y el entorno se hace más denso a cada movimiento, parece que debo estar aquí sumergido por alguna razón, por aprendizaje, por castigo, por premio, por precaución, por control de algo o alguien, no sé. Sólo sé que no tengo de donde sostenerme, y tampoco tengo a donde caer, siento que me ahogo, sin embargo sé que puedo respirar tranquilo y profundamente aún bajo este líquido misterioso que aprisiona mi corazón, que me abraza y cubre. Es como formol de un espécimen de laboratorio, es como el agua de mar en una ciudad sumergida, es como un dolor líquido que me envuelve todo, que hace lento cada movimiento de mi cuerpo. Es una transformación. Es un cambio que no soporto. Pero me sostiene, flotando. Sólo espero que de esta terrible sensación la vida me compense con una infinita alegría larga y constante, espero que todo lo que hice y hago sea reconocido algún día y el abrazo sincero del mundo real conforte el vacío que se crea hoy en mí. El hueco que la densidad exterior hace aún más profundo y claro.

Llamo a Dios cada segundo, cada pensamiento… No dejo de pedir su ayuda, su confort, su comprensión, su auxilio, y ¡sí me escucha! Es por eso que sobrevivo, es por eso que continúo viendo la belleza a mi alrededor, a pesar de la tristeza que el vacío me provoca.
No salen las lágrimas que se forman en mi corazón. No salen, no sé porqué. Las pretendo forzar y alguna lágrima tonta se deja escurrir, pero las demás se atrincheran en el corazón, haciendo más pesado mi cuerpo, hundiéndome más y más en este limbo líquido de tristeza.

Este lugar es el refugio del alma fracasada, de quien no ha logrado su cometido y se ha dejado engañar por su propia ignorancia, aquí vive quien se deja derrotar por los sueños fallidos, por las falsas ilusiones, aquí es donde el corazón roto derrama su contenido. De eso está hecho este líquido, de corazón roto.  Mi corazón está roto. Hoy está roto.

No quiero ni gritar, no tengo ganas, no quiero ni moverme más, no tengo fuerza, me dejo ser, permanezco flotando en un continuum que una vocecilla parece alimentar con pequeñas y casi ocultas frases de auto-castigo. “Lo merezco”, “Debo padecerlo”, “Así debe ser”. Pero sí espero un cambio, sí mantengo la esperanza de salir pronto y rápido porque el dolor que este lugar causa es muy poco soportable. Y de hecho no lo agradezco, ni lo procuro, por eso ruego a Dios me saque ya de aquí, me ayude a alcanzar la superficie y subir más rápido a su cielo, a su gloria. No me gusta estar aquí. Quiero salir de aquí.

No hay comentarios.: