miércoles, diciembre 04, 2013

Mini crónica de una salvación

¿Porqué alguien querría lastimar a un desconocido? ¿Es desahogo? Es un grito de desesperación, una llamada de atención. ¿Porqué tengo que ser yo el chivo expiatorio de los rencores, dolores, miedos y frustraciones de otros? ¿Qué ven en mí que tanto causa malestar y conflicto? ¿Porqué les muevo tanto? ¿O acaso quiero darme importancia, y tal vez ellos ni siquiera me la dan, simplemente son seres del mal carcomiendo energía ajena para subsistir?

Tengo unas inmensas ganas de llorar, de sacar una terrible congoja que llena mi corazón. Estoy realmente compungido y busco miles de pretextos para alimentar mi depresión. Hay circunstancias que me acechan como roedores que rumian mis ganas de salir a flote, perforan mi salvavidas de alegría y me quieren empequeñecer. Veo una insana risa que disfruta mi desesperación. En realidad nada me ocurre, nada me afecta, Dios está conmigo y todo está bien. Pero aquello que busca hacerme sentir vacío y sin amor me engaña con su acto de ilusionismo, su magia negra que oscurece la luz que yo mismo genero en mi derredor. Mi depresión se recrudece, mis lágrimas ruedan sin razón aparente, y las señales del universo me mandan sogas para salir a flote, recibo mensajes de amor, de aprecio, de luz, de todo lo que necesito, y parece como si un “otro yo” se empeñara en mantenerse sucio en el lodo…

Pero no, me subo a la superficie. Recojo mis pedacitos de alma rota y tomo las escaleras pasito a pasito, un poco disfrutando la subida y un poco disfrutando mi estadía abajo. Pero subo. 

Ahora ha ocurrido una cosa milagrosa, acabo de ser rescatado vívidamente. He recibido una curación de alma mediante imposición de manos (Deeksha). Me ha llegado en el momento exacto y me ha reconstituido por completo. Mi curadora dice haber sentido un gran calor. Yo he sentido un drenaje. Gracias. Finalmente acepto la luz y el amor. No me dejé vencer. Gracias.

No hay comentarios.: