
Ahora sabemos qué es lo que hemos logrado. Sabemos a qué meta guiaban todas esas horas de estudio en la escuela, a donde se dirigían todos esos días de entrenamiento en el gimnasio. Tenemos ahora muy claro qué querían decir todas esas advertencias de salud y vida, pues nos vemos en el espejo y sentimos tan física y claramente lo que hemos comido, bebido y pensado. Sabemos qué somos, querámoslo o no; estemos orgullosos o no, lo sabemos. Tenemos muy claro lo que nos define, aunque no queramos aceptarlo, o nos pavoneemos de ello.
El tiempo gira a nuestro alrededor penetrando nuestras fibras, sin embargo el tiempo no es parte de nosotros. Es parte de nuestro cuerpo... Ah, porque en efecto, nuestro cuerpo tampoco es parte de nosotros, es solo un reflejo en la fibra del universo de lo que tenemos, de lo que creamos...
Y sabiendo todo lo anterior. Tenemos todavía la enorme oportunidad de definir muy específicamente qué es lo que queremos construir de nuestro ser hacia el futuro. Sabemos que podemos visualizar nuestras metas, y debemos entender que para llegar a ellas debemos caminar en su dirección. Entonces... ¿Hacia donde quiero ir? ¿por donde voy a comenzar? ¿cual es el primer paso contundente que daré dirigido hacia donde quiero ir? Porque es muy importante señalar que cada paso que dé, aunque no lo quiera está dirigido a algún lado... y yo preferiría que ese lado sea mi meta... no “desperdiciar” ningún paso. Aprovechar cada instante para lograr mis objetivos. y si me distraigo que sea con un sentido... con una dirección, nunca perder de vista mis metas.
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